Cuenta la leyenda, que en la misma pira crematoria, Jacques de Molay proclamó su inocencia y la de la Orden, y emplazó ante el «Juicio de Dios» al Papa Clemente V al cabo de un mes y al Rey Felipe el Hermoso en el plazo de un año. El Papa murió a los cuarenta días y el Rey en ocho meses.
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